Cuando decidí salir de Montevideo tenía algo claro, no quería ir a Punta del Este, el Balneario más popular de Uruguay –sino del subcontinente- y punto comúnmente elegido por el JetSet internacional y todos aquellos que quieren escapar de su ajetreada vida cotidiana (algo así como un Santa Marta para los colombianos con la diferencia de que queda más cerca para todos). Mi destino seria Punta del Diablo, un pequeño pueblo de pescadores y artesanos, con hermosas playas tranquilas y fresca comida de mar en la mesa.
Ahora bien como todos sabemos planear una cosa y hacer es difícil, más aun cuando tus planes incluyen viajar a dedo. Salí sobre la hora del checkout del hostel y caminé hasta la terminal de Rio Branco desde donde salen los pequeños bondis (buses en Uruguay) hasta el anillo perimetral, justo a la llegada ya había un bus listo a salir al primer peaje (sector Salinas) por 45 URU. De hecho avance hasta el km 50 de la ruta interbalnearia por cortesía del conductor, allí dos horas y media después me recogería uno de esos pequeñas motos adaptadas para llevar carga hasta la rotonda principal de La Floresta y casi de inmediato un utilitario (quienes más me levantaron durante este viaje) me llevaba camino a Soca. ¿Por qué Soca se preguntaran todos aquellos que hayan recorrido Uruguay alguna vez o que le hayan dado una mirada a Wikipedia ahora que lo resalto? Simple, porque en teoría la Ruta 9 es la mejor opción entre Montevideo y Punta del Diablo (Así como en dirección a Rocha y Chuy).
¿Qué hay para hacer en Soca? Nada, ni siquiera ser levantado, allí debí tomar un bus que me llevara a la conexión con la ruta 9 desde donde viajaría algunos kilómetros hasta el medio de la nada en la caja de otro utilitario. Aquí unas tantas horas después daría me resignaría a tomar un bus a la bendita Punta del este.
¿Qué hay para hacer en Soca? Nada, ni siquiera ser levantado, allí debí tomar un bus que me llevara a la conexión con la ruta 9 desde donde viajaría algunos kilómetros hasta el medio de la nada en la caja de otro utilitario. Aquí unas tantas horas después daría me resignaría a tomar un bus a la bendita Punta del este.
A Punta llegué poco después de las 19:30, estaba agotado, sin comer mucho y lo mejor, con un presupuesto que rayaba con lo ínfimo. Algo más de una hora en la terminal decidiendo que haría de mi vida y lo único que definí fue: “Si voy a pasar una noche acá, lo haré como debe ser, en la playa y sin pagar hostel”. Y así lo hice, tome mis mochilas, mi pequeña bolsita de comidas y a preguntar por la Rambla General José Artigas pero cual sería mi sorpresa si al solo salir de la terminal mi primera visión es la de rayos rojizo colándose entre los dedos de una mano surgiendo de la arena, si así como lo imaginan, estaba justo al lado de la famosa escultura "Hombre Emergiendo a la Vida" del artista Mario Irarrázabal -mejor conocida como "Los dedos", "monumento al ahogado" o "the Hand"-, y y tenía un bello atardecer a mis espaldas. Caminé ensimismado hacia la fina arena dorada que limitaba con la mar, puse mis mochiles en la desierta garita de salvavidas y me dedique a contemplar el mar, jugar con mis dedos en la arena y respirar, algo de paz al fin.
Me fui a dormir a eso de las doce de la noche, fui motivo de susto de algunos adolecentes hormonales que llegaba en búsqueda de refugio (Del viento y de algún ojo fisgón) a la garita y se encontraban con “una persona ahí tirada” como escuche un par de veces, algunos saludaron con algo de temor otros simplemente huyeron entre suaves gritos. Hasta este momento recuerdo esos saludos y me arrepiento de no haberles hecho alguna jugarreta, haciéndome el muerto, o con alguna voz gutural o bien creepy.
Cinco de la mañana, el viento que se colaba por los resquicios de la garita me despertaron (No había sacado mi sleeping, la noche no lo ameritaba), no desperté de golpe, sino de a poco, con tiempo, disfrutando de ese corto procesos que es despertar. Lo que podría disfrutar ahora era similar al día anterior, se trataba de un hermoso amanecer, todo el horizonte parecía estar ardiendo, no había un punto cálido central. Duro algo así como una hora pasar de ese fuego celestial al ardor astral, solo hasta seis de la mañana el sol dominaría el cielo, aunque por poco, el resto del día se pasaría nublado con un fuerte aguacero al medido día (que por fortuna me tomó en una estación de servicio y desde donde avance gran parte de este escrito).
Cinco de la mañana, el viento que se colaba por los resquicios de la garita me despertaron (No había sacado mi sleeping, la noche no lo ameritaba), no desperté de golpe, sino de a poco, con tiempo, disfrutando de ese corto procesos que es despertar. Lo que podría disfrutar ahora era similar al día anterior, se trataba de un hermoso amanecer, todo el horizonte parecía estar ardiendo, no había un punto cálido central. Duro algo así como una hora pasar de ese fuego celestial al ardor astral, solo hasta seis de la mañana el sol dominaría el cielo, aunque por poco, el resto del día se pasaría nublado con un fuerte aguacero al medido día (que por fortuna me tomó en una estación de servicio y desde donde avance gran parte de este escrito).
Salir de Punta no fue tan difícil como llegar, camine algunos kilómetros sobre la rambla en búsqueda de la ruta 10, más fui levantado por tres Bonaerenses vacacionando en Punta, ellos se desviarían de su destino y me acercarían a Manantiales, luego de 2 horas de espera más me levantaría un auto al punto 10 de la bendita ruta 10 y finalmente otra camioneta hasta José Ignacio. Acá el dichoso aguacero me permitió escribirles estas líneas, quizá en mi destino final pueda terminar lo que me falta de costa y compartirles esta entrada.
Continuación del viaje:
Creo que el mundo está lleno de azares, si bien hasta acá me había quejado un poco de la facilidad para hacer dedo en Uruguay, debo confesar que tras escribir la primera parte de esta entrada, pasado el dichosos aguacero y 400 pesos más en mi bolsillo (cortesía del cajero electrónico de la estación de servicio que solo quiso funcionarme a mi). Me pare en la ruta improvise un letrero en dirección a la Ruta 9 y en menos de 30 minutos ya me habían levantado, viajaba en la caja de un utilitario abrigado por su cobertor, y aunque en un principio el levantón fue para llegar al empalme con la ruta, el viaje termino siendo hasta la entrada del mismísimo Punta del Diablo, un viaje de no recuerdo que tanto, pues mi estado de somnolencia no me llevaba y traía de los brazos de Morfeo.
Ahora disfruto de las playas de Punta del Diablo, y prometo al terminar escribir y describir sus bellezas, y en este caso subir más fotos.
Nota final: Notaran que este no es un post en que abunden las fotos, para ser sincero ni siquiera he sacado mi cámara durante todo este viaje, y no me molesta, la verdad guardo esas vistas hermosas, de calles, casas playa, sol y arena en mi memoria, con algo de egoísmo, lo sé, pero si las quieren conocer deberán darse un pequeño viaje por el chico pero hermoso país oriental que es Uruguay..
Continuación del viaje:
Creo que el mundo está lleno de azares, si bien hasta acá me había quejado un poco de la facilidad para hacer dedo en Uruguay, debo confesar que tras escribir la primera parte de esta entrada, pasado el dichosos aguacero y 400 pesos más en mi bolsillo (cortesía del cajero electrónico de la estación de servicio que solo quiso funcionarme a mi). Me pare en la ruta improvise un letrero en dirección a la Ruta 9 y en menos de 30 minutos ya me habían levantado, viajaba en la caja de un utilitario abrigado por su cobertor, y aunque en un principio el levantón fue para llegar al empalme con la ruta, el viaje termino siendo hasta la entrada del mismísimo Punta del Diablo, un viaje de no recuerdo que tanto, pues mi estado de somnolencia no me llevaba y traía de los brazos de Morfeo.
Ahora disfruto de las playas de Punta del Diablo, y prometo al terminar escribir y describir sus bellezas, y en este caso subir más fotos.
Nota final: Notaran que este no es un post en que abunden las fotos, para ser sincero ni siquiera he sacado mi cámara durante todo este viaje, y no me molesta, la verdad guardo esas vistas hermosas, de calles, casas playa, sol y arena en mi memoria, con algo de egoísmo, lo sé, pero si las quieren conocer deberán darse un pequeño viaje por el chico pero hermoso país oriental que es Uruguay..