Tras un corto viaje de cuatro horas a través de montañas y valles durante el que logre avanzar increíblemente en la redacción de algunos post para ustedes, Juan Domingo y yo llegábamos a una ciudad de la que no sabíamos mucho salvo por las ganas de conocerla (y para mí la promesa de visitarla si regresaba a Ecuador), dicen los locales que los vientos Lojanos son tan benéficos para la salud como los vilcabambenses, quizá con la esperanza psicosomática de alargar sus años de vida quizá con el único fin de animar a los turistas a pasar más tiempo allí, no sé qué tan cierto sea ello, pero tras mi experiencia dominguera en cuenca simplemente me sentía bien de cambiar de ciudad y Loja no me decepcionaría.
Nuestra primera misión fue encontrar un hostel propiamente dicho (Si se preguntan que considero un hostal en un próximo post me extenderé sobre ello), sin embargo la capital de la provincia de mismo nombre no se encuentra dedicada a la explotación turística de sus museos, parques y alto nivel de eventos culturales. Por el contrario, se caracteriza por ser una ciudad universitaria, de calles tranquilas y locales altamente ensimismados en sus propios mundos. Aunque ya hubiésemos revisado en las múltiples páginas de hospedaje que hay disponibles en la red y tuviésemos una pequeña lista de “hostales” la búsqueda fue infructuosa, la regla se hacía clara, si no encuentras un buen hostal, encuentra una buena habitación privada lo más económica posible (este sería un mantra que repetiría en Piura pocos días después). Finalmente nuestro hospedaje terminaría siendo el hotel Acapulco donde quizá por la falta de demanda o el alto número de oferta hotelera de la ciudad, nos ofrecerían un amplio cuarto con múltiples camas al precio de una sola cama, con baño privado, tv, vista a la calle, desayuno incluido y secador de cabello, si lo sé, parece no ser importante, pero en este punto tenía mis zapatos de trekking, jeans y algunas prendas más que use en el Parque Nacional el Cajas totalmente emparamadas y un secador se presentaba como la solución perfecta.
De Loja hay poco de que hablar, sus atractivos turísticos no son bastos, sin embargo la oferta cultural de la ciudad es bastante variada. Su principal atractivo se conoce como “La puerta de la entrada a la ciudad de Loja” un edificio construido en 1998 sobre el puente Bolívar como una réplica del original mandado por el rey Felipe II en 1571, la historia relata que los españoles consideraban este como punto de entrada a la Amazonia y que el mismo Simón Bolívar entro por este sitio en 1822. La edificación cuenta con dos museos en su planta baja, uno dedicado a la etnografía y otro al arte contemporáneo. Es posible visitar la torre la puerta para das un vistazo panorámico de la ciudad y más aun tomar café en el segundo piso de la torre donde una pequeña cafetería emerge para aquellos románticos que buscan de un sito especial para ir con sus enamoradas. La fortuna estuvo con nosotros al haber elegido este sitio como nuestra primera parada, en él nos dieron un panfleto con toda la programación cultural de la ciudad para el mes en curso: Teatro, documentales, cine de autor, danzas, exposiciones, presentación de libros y conversatorios de diferentes temas eran ofrecidos casi todos los días, por no decir múltiples opciones en un mismo día.
Si me lo preguntan ha sido la mejor oportunidad que se me ha presentado hasta ahora en el viaje, tenía la oportunidad de conocer la cultura propia de la ciudad y de todo el Ecuador en un solo sitio y créanme exprimí todo lo que podía ofrecerme en esos días la ciudad. Tal vez terminen de leer este post pensando que no hable de mucho, o que no saben si ir o no a esta bella ciudad, para ustedes queridos amigos es entonces el siguiente y último párrafo.
Loja es lindo, es una ciudad rica en oferta cultural y según me explicaban la hay durante todo el año. Si lo tuyo son los grandes edificios coloniales, el exceso de museos rico en arte pre-colombino, las ruinas incas y pre-incas, entonces Loja no es para ti. Si te interesa disfrutar de variedad de opciones artísticas como la danza, el teatro o el cine deberías poner en tu itinerario una pasada por esta ciudad. Sin importar lo uno o lo otro, si tu ruta te lleva por el sur de la sierra ecuatoriana o vas hacia la sierra norte del Perú, Loja se convierte en una buena opción para parar una noche, dar una vuelta y conocerla, pero si para visitarla debes desviarte mucho de tu ruta, con mucho cariño para esta ciudad debería decirte, no lo hagas, es probable que te desilusiones y no disfrutes de tu visita a costa de tanto esfuerzo.